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Hasta el último tercio del siglo XVI estuvo unida a la antigua calle Mesones.

 

Por haber residido en esta calle durante muchos años el escribano público, Juan Díaz de Morales fue conocida y así consta partir del primer padrón conservado hasta entrado el siglo XIX como Calle de Juan Díaz.

 

Principios del siglo XX comienza hacer llamada calle Alvear y desde la década de los 70 del mismo siglo como calle don Diego de Alvear.

 

La casa solariega de don Diego de Alvear fue donada en 1953 por su nieto, el conde de la cortina a la congregación de las esclavas concepcionistas del divino corazón para el colegio de la Asunción Y en las dependencias de bodega de la familia vaca fue instalado el liceo artístico montillano "Miguel de Barrios" .

Fuentes: Garramiola, E., 1997. Callejero y Memoria Intima de Montilla. Montilla. Ed. Nuestro Ambiente

La calle empieza con la clínica Abril, cerrada hace demasiado tiempo. Es elegante y de buena traza. Aquí nacieron mis dos primeras sobrinas: Blanca y Victoria. En medio de la calle está el colegio de la Asunción, donado por el Conde de la Cortina en recuerdo a su hija Asunción fallecida prematuramente.

 

La Hermana Marcela, que murió hace pocos años fue de las primeras monjas que vinieron a hacerse cargo del colegio allá por el año 1953. Contaba que llegaron a coincidir unos días en la mansión con el señor Conde. Cuando éste abandonó la casa que durante tres generaciones había sido el solar de su familia, en el momento en el que ya estaba montado en el coche de caballos dispuesto para partir, pasaron a despedirle y él dirigiéndose a ellas les dijo:”ya son ustedes dueñas y señoras de la Casa” y se le cayeron dos lágrimas por las mejillas.

 

Esa hermana Marcela me enseñó a mí a leer. Me reencontré con ella muchos años después y volví para la celebración del cincuentenario del colegio, en el 2003. Junto a mi prima Marisol Ruz y Arturo su marido disfruté de unas jornadas inolvidables en aquellos días, en los que reviví los juegos en aquellos patios y recordé nombres y caras de amigos que ya no están pero que yo los conservo en el corazón. Me sentí orgulloso de pasear, de enseñarle a mi mujer y mis hijos mi colegio, de que conocieran a la persona que me enseñó a leer y escribir, de convivir con mi familia montillana.

Más allá del colegio se ensancha la calle delante de otra que también es de los Alvear, en la que vivió Fernando Alvear Zubiría. Ese es el lugar idóneo de la estatua de Don Diego en un pedestal, que es como tienen que estar las estatuas, sobre todo si son de marinos, de militares o de guerreros a caballo.

Entre la clínica Abril y la plaza de la Rosa, calle Hermanos Garnelo, estaba el matadero de los Rubio, que tenía el despacho en una pequeña habitación entrando a mano derecha.  Junto a él una bolera, donde las monjas nos tenían terminantemente prohibida la entrada, para no contagiarnos del vicio que allí había tan grande. En una casa cercana vivía el amigo Tomiro.

Fuente: Como el Velo de Flor. Manuel Cobos.

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