Habitantes de lo mínimo
Montilla. Antonio Guerra
Habitantes de lo mínimo
Montilla
Puerta de Aguilar, 6
El Pedagogo - 1893
La puerta de Aguilar es el eje viario principal de entrada al centro del casco urbano. Enlaza con la Calle de la Corredera y la avenida de Andalucía.
Debe su nombre al antiguo camino de Aguilar, que en la segunda mitad del siglo XVI arrancaba del real, de acceso a la población.
Hasta muy avanzado. El siglo XIX aparece en los antiguos padrones como Calle de Aguilar.
El aspecto urbanístico y arquitectónico que presenta en su último tramo, se debe a la configuración que fue diseñada en el último tercio del siglo XIX y principios del siglo XX, donde comenzaron a desaparecer las viviendas vecinales con las balconada al estilo de los antiguos portales de la plaza de la Rosa.
Algunas de ellas fueron reemplazada por las típicas casonas unifamiliares de dos plantas y desván.
Al igual que en otras calles en la puerta de Aguilar se celebraban tradicionalmente dos días de velada durante los días de la víspera y festividad de San Pedro. Esta tradición desapareció a finales de los años 60.
Fuente: Garramiola, E. 1997. Callejero y Memoria íntima de Montilla. Ed. Nuestro ambiente. Montilla
Esta fue la casa de Pepe Méndez hasta su fallecimiento. Los Méndez son una vieja familia montillana que desde mediados del siglo XIX hasta bien entrado el siglo XX destacaron en la agricultura y en la industria del aceite y del vino. Las Bodegas Méndez, situadas en la calle Cordón cerca del antiguo Correos, terminaron por integrarse en Montialbero junto a Cobos y Cruz Conde cuando eran propiedad de don Ángel Méndez.
Esta casa linda con el antiguo hospital de San Juan de Dios, lugar cervantino donde los haya, donde Cervantes sitúa El coloquio de los perros. En mi recuerdo las vacunas que nos ponían de niño. Dudo si me tallaron allí o en el vecino ayuntamiento. Antaño en Montilla uno de los días grandes en la vida de un individuo era la noche de quintos, que precedía a la talla de los mozos que partían al servicio militar, donde presumiblemente se hacían hombres. Había cierta tolerancia en las celebraciones de los muchachos, que en algunos casos hacían verdaderas gansadas amparados en la noche y en la permisividad general. Recuerdo a tres jovenzuelos miccionando desde el balcón de un segundo piso a altas horas de la madrugada. Competían a ver quien llegaba más lejos. Siempre ha sido igual, los jóvenes de fiesta y en grupo siempre ha hecho acciones que moral y socialmente son reprochables. Pero que le vamos a hacer son eso, jóvenes.
En el otro lado del Ayuntamiento estaba la Casa de Paco Alvear al que yo veía como un viejo hidalgo español. Era hijo del señor conde de la Cortina. Lo recuerdo en la bar Rayos X de tertulia con mi padre, mis tíos Felix Ruz y Rafaelito Espejo, con aquella risa tan característica que tenía, mientras Manolo Polonio el dueño los atendía tras de la barra.
Delante de San Juan de Dios, hoy sala de exposiciones, han colocado a ras de suelo una estatua del marino don Diego de Alvear obra del escultor Fernando Montero Espinosa.
Fuente: Manuel Cobos. Como el Velo de Flor.